WACKEN 2014. Crónica y fotos

WACKEN OPEN AIR – 25. ANIVERSARIO

El pasado 2 de agosto se cerraba la XXV. edición del Wacken Open Air, con un éxito arrollador que lleva repitiéndose año tras año. Nada más terminar el festival, y con el cartel naturalmente aún sin cerrar, al día siguiente se agotaron las entradas para el año que viene, en ¡12 horas!. Es un tiempo récord que supera al del año pasado (se agotaron en 48 horas), y que continua con la racha de “sold outs” de las últimas 10 ediciones. Las entradas se agotan en un suspiro, con un año de antelación. Hablamos de una cantidad nada desdeñable de 75.000 entradas, numero que la organización puso como límite tras años y años de incremento de visitantes. Y es que el Wacken no es un festival al uso; es todo un acontecimiento que va más allá de la música y los conciertos. Este año se celebraba el 25. Aniversario, excusa para hacer balance y análisis de lo que es este evento de cifras mareantes.

Comenzó siendo un modesto festival con bandas nacionales en un pueblo perdido del norte de Alemania al que debe su nombre…para llegar a ser el festival internacional heavy metal más importante del planeta. Para la celebración del aniversario, el cartel de este año incluía bandas como ACCEPT, SAXON, MOTÖRHEAD, KING DIAMOND, W.A.S.P. , SLAYER, MEGADETH, KREATOR, AMON AMARTH, EMPEROR, CARCASS, CHILDREN OF BODOM, SKID ROW, SODOM, ARCH ENEMY, BEHEMOTH, STEEL PANTHER, AVANTASIA o HAMMERFALL entre otras. Esto en lo que respecta a bandas sobradamente conocidas, legendarias, internacionales, de reconocido prestigio…pero no es esto lo que marca la diferencia. Hoy en día podemos encontrar festivales con un cartel similar o incluso mejor (en lo que a cabezas de cartel se refiere) sin tener que viajar tan lejos. El éxito no radica unicamente en el cartel. Es el concepto general.

No se trata de una sucesión de conciertos de más o menos nivel durante un par de días. Aquí tocan más de 100 bandas de todo el mundo. Puedes ver desde grupos desconocidos y exóticos para nosotros como Chtonic – grupo taiwanés de black metal sinfónico con influencias de ópera asiática y folk taiwanés-, hasta exitosas bandas más cercanas a nuestro universo conocido como Amon Amarth, pasando por el toque de humor que dan las actuaciones de la banda de bomberos municipal. El programa es variado y extenso, muy extenso. Abarca todo tipo de culturas y estilos. Eso si, siempre fieles al universo del metal. Además de la música en directo hay mercadillos, zona vikinga-medieval, lucha libre, artesanos, lucha con espadas, puestos de todo tipo de comida…un sinfín de posibilidades, este año había hasta cursos de cocina.

Todo este tinglado genera un ambiente de juerga y buen rollo generalizado (no suele haber incidentes pese al elevado número de gente que se junta) que atrae no sólo a los fans del heavy sino también a curiosos que se acercan al pueblo a ver “el ambiente”. Y es que por unos días, este pequeño pueblo acoge a casi 100,000 personas de todo el globo, si sumamos los que han pagado la entrada, la prensa acreditada, artistas, proveedores, personal,etc,etc. Todo el pueblo participa en el festival poniendo a disposición del público sus jardines y vendiendo todo lo que se les ocurre, desde bebida y comida hasta duchas o magdalenas caseras. Los chavales del pueblo te llevan la compra hasta la zona de acampada por un módico precio. El pueblo se tiñe de negro y el ir y venir de gente por la calle es incesante. Todo con banda sonora heavy metal. Por supuesto. La zona de acampada es enorme ya que la mayoría de los asistentes opta por acampar (no hay muchas opciones para dormir en hoteles en la zona), y aquí radica otro de los éxitos del festival, en su organización y servicios. El despliegue de medios es impresionante, la infraestructura es la envidia de todos los festivales.

Este año nos deja momentos memorables como el conciertazo de Accept donde repasaron lo mejor de su trayectoria, con el grupo lleno de fuerza renovada desde que Mark Tornillo cogiera las riendas de la voz. Pudimos ver a los Saxon con su águila acompañados de un cuarteto de violinistas que dio un toque diferente a sus éxitos, un acierto. Slayer homenajearon a su guitarrista fallecido en 2013 Jeff Hanneman, algo más apagados que de costumbre pero ofreciendo un gran concierto ante un recinto abarrotado de fans entregados. Sensacional concierto de King Diamond con una puesta en escena fastuosa. Hay que decir que la calidad de los conciertos en general ha sido espectacular, no se ha ahorrado ni en atrezzo ni fuego, no señor. Totalmente entregada estuvo la peña también en el concierto de Amon Amarth, también para el recuerdo. Los de seguridad se tuvieron que emplear a fondo para ir sacando a toda la gente que llegaba sin cesar llevada en volandas sobre un mar de público. El concierto de Avantasia fue totalmente multitudinario y emitido en directo en 52 países, lo cual da una idea de lo que es el Wacken. Tobias Sammet y sus amigos ( Michael Kiske, Eric Martin-Mr. Big-, o Ronnie Atkins -Pretty Maids-, entre otros) deleitaron al público, que disfrutó en un ambiente de felicidad y almíbar. Sammet juega en casa cuando está en Wacken, y se permite licencias como bromear acerca de los fans de Kreator, que esperaban a su grupo. La imagen del público ondeando los brazos al viento es algo…que hay que estar allí para verlo. Impresionante.

Pero también hubo alguna sombra en el festival. Hubo conciertos que no estuvieron a la altura del resto. Como el de Mötorhead por ejemplo, con un Lemmy ya para pocas fiestas, o el de Megadeth, con un sonido lamentable y con Dave Mustaine muy lejos de lo que fue.

Con todo el balance final es positivo, y aunque algunos nostálgicos echemos de menos el Wacken como era hace unos 10 años, sin tanto merchandising por todas partes ni tanto exceso de ofertas, marcas, mercadeo, etc, está claro que la fórmula funciona y tiene vida para largo; vender 75000 entradas en 12 horas es algo que nadie consigue. Y es que Wacken es la meca del heavy, hay que ir al menos una vez en la vida.

Texto: Ainara Bailador

Fotos: Iñigo Malvido

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