SEPULTURA
Fecha: 20-5-2001. Lugar: Polideportivo de Anoeta, Donostia. Interpretes: Hatebreed, Sepultura. Asistencia: unas 2.000 personas.
Mantenerse entre los grandes tras la marcha del líder debe de resultar complicado. Sepultura al menos no lo ha conseguido. Es más, el cuarteto brasileño, por lo visto en Anoeta, parece ahora mismo un grupo segundón, en declive y que va además cuesta abajo y sin frenos.
El porrazo, como no haya cambios drásticos, puede ser de consecuencias funerarias para una formación que antes de la marcha del jefe Max Cavalera, había alcanzado la cima de la escena metálica mundial.
Lo cierto es que las sensaciones horas antes de la cita donostiarra no eran buenas; el ambiente preconcierto no era el de las grandes ocasiones y finalmente la asistencia no paso de discreta. Claro que la promoción había sido escasísima y la fiesta caía en domingo. Ni siquiera había el aliciente de un telonero demasiado conocido y con gancho.
Eso sí, los usamericanos Hatebreed, encargados de calentar ambiente, sudaron la gota gorda en algo más de media hora repleta de furioso hardcore de base metalera y sin un minuto de descanso.
Sepultura salió puntual y con buenas intenciones: el cantante lucia la camiseta de la Real y ondearon una ikurriña. Pero la cosa no funcionó en ningún momento. Ni el nuevo material (Sepulnation, Revolt, One Man Army, Who Must Die?,…), ni tampoco temas clásicos como Slave New World, Propaganda, una revolucionada Arise sin ningún matiz, o Attitude, que no cuajaron del todo. Es difícil cuando un grupo lo encabeza, que no lidera, un cantante, Derrick Green, que no tiene voz, ni carisma, ni pose. Tampoco el resto de la banda brilló y en general sonaron sucios y con muy pocos detalles. Se echó en falta además la segunda guitarra que han perdido tras la marcha de Max. De hecho, cuando contaron con el apoyo de un colega de Hatebreed a las seis cuerdas en Refuse/Resist y Territory ganaron en empaque y recordaron a los viejos Sepultura. Fue lo mejor de la noche, justo antes de Dead Embryonic Cells, que también mantuvo la tensión.
El bis arrancó con todo el grupo más dos amigos aporreando percusiones varias, que tuvieron menos presencia de lo esperado (solo hubo tambores extra en Choke). Tras un amago de versión de Black Sabbath, despedida tras 80 minutos escasos con la previsible y exitosa Roots. ¿Volverá Max?
Texto: AITOR ZUBIZARRETA