CRITICA JUDAS PRIEST
Fecha: 31-7-2011. Lugar: BEC, Barakaldo. Cartel: Saxon, Motörhead, Judas Priest. Asistencia: unas 8.000 personas. Precio: 60/65 euros.
Los legendarios Judas Priest dicen adiós tras casi 40 años de carrera. Representantes por derecho junto a Iron Maiden del heavy metal más autentico, los británicos están sumergidos en su última gira. Claro que el grupo ha ido matizando después la situación; habrá más discos (el próximo debe estar ya casi listo) y conciertos “puntuales”. Así que con lo que acaban es con la giras como tal, según ellos. Una situación confusa, que, unida a la incomprensible salida de la banda de su guitarrista fundador KK Downing justo en vísperas del agur, no ha hecho sino ensuciar el nombre y prestigio Judas.
El cartel del “Epitaph Tour” a su paso por Euskadi era clásico, veterano, y “british” 100%. Dos históricos como Saxon y Motörhead, prácticamente de la quinta de los cabezas de cartel, completaban la terna, un seguro de vida al tratarse de dos grupos ampliamente conocidos y de los que rara vez defraudan.
Abrieron fiesta Saxon con un concierto de menos a más. Sonaron sucios y no fue hasta la segunda mitad del bolo cuando consiguieron calentar ambiente.
Motörhead, como siempre, fue un cañón. Mejor sonido, volumen brutal y un final de vértigo, pero cantado, sin variar nada respecto a la descarga del pasado mes de diciembre en el polideportivo de Anoeta. Sobraron los solos, que tanto Saxon como el trío liderado por Lemmy mantuvieron pese a tener sets reducidos de una hora.
Sólidos, sin novedades y a piñón fijo.
Priest siguió la tónica de la noche, fueron de menos a más. El repertorio en su primera mitad no terminó de arrancar (recuperaron temas “difíciles” como Starbreaker, Never Satisfied o Blood Red Skies) y las pausas, más en los bises, fueron excesivas, cortando el ritmo. Pero le dieron la vuelta poco a poco (genial Victim Of Changes) y acabaron arrollando con su mejor cancionero (Night Crowler, Turbo, Sentinel, Green Manalishi, Breaking the Law cantada enteramente por el público,…) y sonando sin fisuras, incluido el nuevo hacha Richard Faulkner, que como tiene que sustituir a KK es rubio y con el pelo largo y liso, pero que ciertamente no se amilanó ni media. Halford cantó enérgico y el show fue muy vistoso, con láser y pirotecnia. Sobraron “tics” repetidos una y mil veces por el grupo, siempre en el mismo momento, como lo de hacer repetir gritos la peña y se agradecería algo más de naturalidad, pero a estas alturas parece inútil que cambien unos conciertos calculados al milímetro. Tras dos horas y cuarto, se fueron con Living After Midnight, y Halford con la ikurriña, homenaje a unos fans que nunca han abandonado al grupo.
Texto: Aitor Zubizarreta
Fotos: Iñigo Malvido (están sacadas con la compacta. Esta vez no nos acreditaron)